20 enero, 2009

Más arriba



Me asomé a la ventana. Cerré mis ojos, y con todo la fuerza que antes no creí tener, deseé volar, y volé. Vi las palmeras y el puente falso. Volé tanto y caí. Escuché el humillante impacto de mis huesos contra los adoquines. Me puse de pie y volé.

Fui hasta donde el cielo no termina, y miré el mar. Lo sentí, lo amé y lo necesité; y sobre él, dejé caer mi humanidad. Olvidé mi alma distraída, que cuando se vio sola, me siguió... y me alcanzó. Se fundió con mi cuerpo.

En el fondo del mar yo era una ballena.

Salí y volé.

Cuando estuve en el otro infinito, era nuevamente yo.

Un poco distinta.